Sopa wanton

La vida en un plato de sopa (II)

Si se han inspirado con mi pasión por las sopas, expresado en la primera parte de este relato, los invito ahora a viajar en un “periplo sopero” por Venezuela y otros lugares del mundo donde he degustado sopas maravillosas y memorables. Algunas tomadas en restaurantes de pueblos y de ciudades, taguaras y chiringuitos de playas o de carreteras, así como también en casas donde he sido invitada o en la mía como anfitriona de amigos y familiares, aunque en ocasiones los visitantes han cocinado para mi porque quien invita será invitado y quien da recibe, ténganlo por seguro.

sopa-verduras-quinoa

Sopa de quinoa (Tomada de mejorconsalud.com)

La sopa en Venezuela constituye un plato de cada día, especialmente para el almuerzo y es un plato caliente aunque sea intenso el calor. Aquí las sopas frías son algo extraño. Ahora vamos a “sopear” en un recorrido por algunas sopas emblemáticas, que he probado y me han gustado mucho.

En la primera entrega les comentaba de las sopas familiares, que son propias de la región costera, donde abunda el pescado y esas eran pues las sopas de mi infancia en un pueblo donde “el sancocho de pescado” es la invitación más frecuente. Como también es el plato más ofrecido en los mercados, playas y carreteras de toda la zona costera, unos mejores que otros, pero “es lo que hay”. Es importante acotar para los que no conocen Venezuela, que todo el norte es costa caribeña y agreguemósle la zona insular, por lo tanto hay muchas variedades de este plato, pero en esencia es lo mismo.

Pisca andina

Pisca andina (Tomada de Desderubio.com)

La pisca andina es como su nombre lo indica el emblema de los Andes venezolanos. Con papas, leche, huevos, caliente y picante, uhm????? un poco extraño para el paladar de una carupanera, pero cuando la probé sencillamente la amé. Igualmente es ofrecida tanto en los restaurantes como en cualquier kiosko de mercado de pueblo o en las posadas de los páramos andinos.

El “Picadillo llanero”, es una contundente sopa que contiene una mezcla de carnes picada en trocitos (cerdo y vaca) y muchas verduras cortadas en cuadritos, todo puede ir junto a la cuchara, no hay que picar nada, porque tal como su nombre lo dice es un picadillo con caldo de textura un poco espesa pero muy fluída y matizada en su presentación con trocitos de cilantro, realmente es muy buena.

El “sancocho de gallina” típico colombiano que suelen servir en tres inmensos platos: el caldo en un gran plato hondo que es casi una ponchera, una fuente con verduras y otra con la carne de gallina. Es tan abundante y contundente, que es un plato único que cada uno sirve de allí y consume lo que puede

En el Cusco, Perú, donde la altura exige una alimentación especial, la salvación del soroche o mal de las alturas la provee después del mate de coca ,“la dieta de pollo”, que es una sopa clara pero de intenso sabor, sólo lleva papa, pollo y hojas de espinaca, que por el color y la textura de las hojas se entiende que son puestas en el plato ya que no están cocidas con el caldo ¡Cómo alienta y estabiliza!.

Las sopas de mariscos que sirven en los lugares que se conocen como “picadas” en Santiago de Chile, es lo máximo que se puede esperar en una sopa de esta índole, supera a las conocidas como “fosforeras” en Venezuela, seguramente por la calidad de los mariscos que se producen en ese país.

Vamos ahora a México, donde la sopa de huachinango, pargo en Venezuela, puede hacer la diferencia entre un buen día y uno apagado. Es una sopa de pescado roja, picante y clara que enciende los motores para turistear. Igualmente emblemática y buenísima es el “Pozole”, también picantísima y roja por los jitomates y los chiles. Además de las carnitas picadas y las papas, su ingrediente fundamental y distintivo es un tipo de maíz típico de México.

Para mi, la mejor sopa del mundo y miren que he sopeado en la vida, es la sopa de cebollas, siempre y cuando el pan que colocan encima para gratinarla sea de buena calidad y no se presente como una esponja embebida. Esta sopa de origen francés, con ese color tan particular que le da la cebolla caramelizada marca la diferencia entre un buen restaurante o un buen cocinero de los que no lo son. Pienso que si no saben hacer esta sopa con finura y delicadeza es mejor que no la ofrezcan, porque muere el restaurante.

2012_09_28_IMG_2012_09_28_093A423A06_sopacebolla_3

Sopa de cebolla (Tomada de Farodevigo.es)

 

Vamos ahora por España, donde he degustado una gran cantidad de sopas y en compañías y circunstancias muy especiales.

  • Comencemos con el cocido madrileño preparado por Anna, amiga venezolana casada con español, todo un reto para ella que fue muy bien logrado.
  • El chupe de pollo sopa típica de Perú, que preparé en Madrid para celebrar el cumpleaños de mi hijo Javier, que le hizo presumir de madre cocinera.
  • El caldo con fideos de año nuevo que preparara María Luisa, mi consuegra, para celebrar mi presencia en su casa y haber recibido el año nuevo con ellos.
  • La sopa de melocotón con cava, que preparamos la Gretty y yo en una tarde de verano en Barcelona, deliciosamente borracha. Igualmente, degustamos juntas la dosis semanal de “hierro” a través de las sopas de lentejas e inolvidable las cremas de coliflor, que tuvimos que preparar para agotar un inmenso ejemplar que nos dejó doña Gero en la nevera.
  • Memorables los cruzados de mi recordada Mari, plato especial que servía sólo los domingos en su restaurante de comida venezola, Los Crepúsculos,  en Barcelona. En alguna ocasión en compañía de mi ángel Covi.
  • La sopa de pollo con maíz que tomé con mi querida Conxi, en Cerdanyola del Vallés, pueblo aledaño a Barcelona, a propósito de una horrible gripe que tuve en su casa. Es curioso como un detalle tan simple para nosotros fue una gran novedad para la Conxi, el maíz como ingrediente que convirtió una simple sopa en un platillo gourmet y exótico.
  • Con mi entrañable Laura, muchas sopitas pero especiales fueron: la de calabaza, calabacín y zanahoria, cuya receta publicaremos próximamente. El caldo de pollo que luego matizábamos con fideos y que nos representó de lujo cuando fuimos visitadas por el Perico y la Nuria. Las feijoadas cariocas de Marcos, amigo brasilero. El arroz caldoso valenciano y la fideuá de Gandía, en ruta por la comunidad Valenciana. El gazpacho en compañía de la Montse en Sevilla y el salmorejo con el Perico y la Nuria en Mallorca.
  • Con Nataly, muchas otras sopitas, pero para no repetir, voy a resaltar la de una tarde de lluvia, que fue un asopado de bogavante, en un pequeño restaurante donde pesaban el pescado y lo preparaban luego, pero por la prisa tomamos esa delicia que era casi lo único que estaba para servir.
  • Para cerrar el capítulo español, memorable el caldo gallego en Santiago de Compostela, calientito y nutritivo para acomodarse al frío, que aunque era ya entrada la primavera había que tener en cuenta que en ese lugar “hasta el 40 de mayo no se debe guardar el sayo”, porque según sus pobladores sólo tienen dos estaciones “la del tren y el invierno” .

 

TAZA-CALDO-GALLEGO-300x227

Caldo gallego (Tomada de Tiendagourmet.net)

De vuelta a casa vamos a concluir este viaje sopero con algunas que mis visitantes han preparado para mí:

  • La tarator , una sopa fría de yogurt con pepinos, típica de Bulgaria, preparada en casa por Yana y Yordán, estimados y recordados amigos búlgaros.
  • El ajiaco, sopa espesa elaborada con una base de caldo de pollo, a la que agregan apio de raíz, papitas colombianas, maíz y por supuesto el pollo. La prepararon los cicloviajeros colombianos Angela y David.
  • Y aunque mi huésped rusa, Slava era especialmente aficionada a mis sopitas, me quedé con las ganas de probar la sopa rusa Borsh, que en varias ocasiones pensamos en hacerla. Esta es una sopa con remolachas.
  • La sopa de “chocolate” más rica según el criterio de Ada de Eslovaquia, era una crema de caraotas negras. Esta era la favorita también de Carina, de Alemania. Con ambas aprendí a tomar las caraotas frías sin morir de un dolor de barriga, creencia carupanera.
  • Dos sopas buenísimas que me preparó mi amiga y “madre académica” Obdulia en una ocasión que vino a visitarme porque yo estaba de reposo: una crema de auyama con jugo de naranja y otra de celery con manzana, ambas para tomar frías y deliciosas. El célery es apio para los españoles también conocida en Venezuela como apio españa.
  • Termino este viaje de sopas recordando la “acelgada”, sopa cítrica de lentejas y acelgas que me preparaon mis amigos Betsy y Antonio un primero de enero, porque la celebración de fin de año en casa de estos estupendos vecinos fue muy intensa. Me revivieron con esa sopa,  por la que el primer día del año, como ritual de una promesa por gratitud, le doy una sopa a quien la necesite junto con un abrazo de feliz año.

La sopa es para mi de lo mejor que puedo tener en casa, siempre la tendré en mi mesa y en mis recetas como algo especial ya sean cremosas, caldosas, frías o calientes, dulces o picantes, borrachas o santurronas. Acostumbro tener un caldo congelado porque uno nunca sabe si necesita que una sopa le salve la vida, mejor por una resaca que por una gripe. Los beneficios de una sopa son tan reconocidos, que hasta un libro hay que ofrece “Sopa de pollo para el alma”. Así que a tomar sopa.

Me despido diciéndoles “confieso que con sopas he vivido”. Espero que este periplo por las sopas de mi vida haya sido de su agrado, son bienvenidos sus comentarios con anécdotas y recetas las sopas de su agrado. Hasta la próxima entrega.




About Mig

Educadora de profesión, comunicadora y cocinera de vocación y de corazón.

2 thoughts on “La vida en un plato de sopa (II)

  1. Excelente Migdalia. Es tan “rica” la información que me encantaría guardarla para variar las sopas en mi casa, dándome el lujo además, de reseñar su procedencia apoyàndome en tu sabia explicación. Me encantó. Muy amena la lectura. Un fuerte abrazo amiga. Rosa de Chacin

    1. Gracias Rosa. De verdad que la aceptación y buenos comentarios de mis amigas me inspiran para continuar en este proyecto que me encanta. Lee también la primera parte. Un abrazo

Deja un comentario